Las materias primas son recursos naturales que se procesan para convertirse en productos aptos para el consumo y, también, en la obtención de energía. Según su origen, estas pueden ser de tres tipos:
-Vegetales. Las materias primas vegetales son las que provienen de las plantas y de los árboles, como la madera, el caucho, el lino o el algodón.
-Animales. La lana, el cuero, la seda, la carne o la leche son materias primas que provienen de los animales.
-Minerales. Son las que se localizan en el subsuelo y constituyen un importante pilar del desarrollo industrial. Las materias primas minerales pueden provenir de minerales metálicos como el hierro o el cobre, de minerales energéticos como el carbón, el gas o el petróleo, los productos de cantera como mármoles, calizas o granitos, y los minerales no metálicos como la arcilla, el flúor, el caolín o las sales.
Nuevo tipo de materia prima: los residuos
A esta clasificación hay que añadir un nuevo tipo de materia prima que va cogiendo cada vez más fuerza en las empresas: los residuos. Y es que las materias primas que conocemos son finitas. Hasta ahora, guiados por una economía lineal, donde prima el usar y tirar, no se prestaba excesiva atención al hecho de que muchas materias primas dejarán de existir con el paso del tiempo.
Eso puede cambiar si se avanza hacia una economía circular, donde la reintegración de los residuos en la producción será uno de los principales cambios en el modelo. Y es que en la basura de unos se acumulan recursos valiosos para otros y que no se aprovechan. Los expertos ven en ellos la materia prima del futuro. Eso se conseguirá si se aplica la ley de las tres R: reducir, reutilizar y reciclar.
El primer paso lo constituye la reducción del consumo de materias primas. Si reducimos el consumo, disminuye el gasto de materias primas, agua y energía. Además también desciende el aporte de CO2 a la atmósfera con lo que se preserva el medio ambiente. Por reutilizar entendemos el proceso por el que se alarga la vida útil de un producto. Bien sea reparándolo o dándole otro uso antes del final de su vida. Y por último el reciclaje es el proceso por el que separamos materiales como plástico, vidrio y papel, que pueden volver a aprovecharse. Y lo que no se pueda reciclar se incinera en instalaciones especiales, convirtiéndola en electricidad y calor.
Así no solo se consigue alargar la duración de las materias primas vegetales, animales y minerales, preservándolas para las generaciones futuras. También solucionar uno de los mayores problemas medioambientales de este siglo: la gestión de residuos. Cada año se generan 1.900 millones de toneladas de residuos sólidos en el planeta. Y se prevé que se generarán 53,9 millones de toneladas de desechos electrónicos en 2025 si sigue la progresión actual. Y sino se realiza una correcta gestión de residuos, estos acaban en vertederos e incineradoras. Con los consiguientes problemas medioambientales que afectan el suelo, el agua y el aire. Por no hablar del impacto que tiene en la salud y calidad de vida de las personas.
Leonardo, el arte de gestionar Residuos