Este año ‘microplástico’ ha sido elegida palabra del año por la Fundeu BBVA. Un término que se refiere a los fragmentos plástico de menos de cinco milímetros de tamaño que se han formado a partir de la descomposición de otros productos o porque se han fabricado así y que se encuentran en la arena de la playa, en los organismos de los animales, en el agua que bebemos… y todo ello ha hecho que salten las alarmas por su peligro para el medio ambiente y la salud de las personas.
Abusivo uso del plástico en nuestra sociedad
El excesivo uso del plástico en nuestra sociedad es un hecho. Y como es un producto no biodegradable y que no se suele reciclar correctamente acaba acumulándose en el mar. Se calcula que los océanos se concentran 150 millones de toneladas de plástico. Y según la Fundación Ellen McArthur, para 2050 su peso será mayor que el de los peces. Los microplásticos ingresan en la cadena alimentaria por el zooplacton, que los ingiere a la vez que sus alimentos naturales. Después los peces y moluscos cada vez mayores en tamaño van incorporándolos. Y de ellos a las aves marinas y al resto del ecosistema. Se estima que el 35% de los peces que pescamos tienen una media de una o dos piezas de plástico en sus estómagos.
Pero no solo afecta al ecosistema marino. Investigadores del Instituto de Ecología de Agua Dulce y Pesca Interior de Leibniz y de la Universidad Libre de Berlín (Alemania) advierten de que el impacto de los microplásticos en suelos, sedimentos y aguas superficiales podría tener un efecto negativo a largo plazo en los ecosistemas terrestres de todo el mundo. Según esa investigación, la contaminación terrestre por partículas de plástico es mucho mayor que la de los mares, entre 4 y 23 veces más, dependiendo del lugar y el entorno. Y ponen el ejemplo de las aguas residuales, que juegan un papel muy importante en su distribución. Entre el 80 y el 90% de las partículas contenidas en las aguas residuales, tales como fibras textiles, persisten en los lodos que posteriormente, en muchos casos, se usan como fertilizantes agrícolas, lo que supone que miles de toneladas de microplásticos pueden acabar en los suelos cada año, aumentando el riesgo de que tengan un efecto tóxico en los organismos de muchas especies de animales.
Microplásticos en el agua
A todo ello se une que los microplásticos están en el agua que consumimos. Tanto en la del grifo como en el agua embotellada. Una investigación de Orb Media analizó el agua de 259 botellas de marcas como Evian o Nestle Pure Life y concluyó que el 93% de las mismas contenían microplásticos. Esta misma organización concluyó que una persona puede llegar a consumir hasta 14 partículas de microplástico al día, pues además de en el agua potable, también se encuentran en el pescado, la cerveza, sal marina, y todo producto que tenga contacto con el agua.
La plaga de plásticos es una grave amenaza que arruina el equilibrio de los ecosistemas e intoxica la cadena alimentaria, poniendo en serio peligro el medio ambiente.
Leoanrado, el Arte de Gestionar Residuos